La cantidad de pensamientos negativos que nos decimos a nosotros mismos nos intoxican. Hacen que nos resten fuerzas y energía vital en nuestro día a día y en nuestros objetivos de vida.
El problema está en que muchos de nosotros nos exigimos mucho, queremos que todo salga perfecto, o bien no queremos equivocarnos, no queremos cometer errores (queremos ser los mejores padres o madres, los mejores trabajadores, empresarios, amigos…) sino nos sentimos culpables o frustrados. No obstante, cuando otra persona comete un error similar al nuestro, normalmente somos mucho más suaves y comprensivos con ellos.
¿Por qué nos machacamos tanto?
Estas situaciones diarias nos generan estrés y provocan que lancemos mensajes tóxicos a nuestro cerebro, distorsionando la realidad. Es decir, cogemos experiencias reales, las distorsionamos y envíamos al cerebro estas vivencias distorsionadas.
Por ello, es bueno y positivo cuidarnos. Para ello, el coaching ofrece diferentes herramientas para conocernos más a nosotros mismos, para poder mejorar nuestra inteligencia emocional y poder combatir este hábito de flagelación muy común entre nosotros.
Una herramienta muy utilizada y efectiva son las afirmaciones positivas.
Las afirmaciones positivas son declaraciones de como somos, de lo que podemos hacer y queremos hacer. Estas declaraciones hablan de una realidad o de algo que queremos conseguir. No es un método para sugestionarnos, va mucho más allá, es un método para cambiar creencias que nos limitan a causa de experiencias previas negativas. El hecho de que una vez, 2 ó 3 veces no hayamos conseguido algo, no significa que la siguiente vez no vayamos a conseguirlo. Nuestras afirmaciones pueden transformar nuestra realidad.
Las afirmaciones se pueden hacer en silencio, en voz alta o escribiéndolas.
Ejemplos:
– “Disfruto de lo que hago”
– “Estoy feliz”
– “Me merezco estar sano”
– “Yo valgo para hacer mi trabajo”
– “Soy buen padre/madre”
– “Estoy seguro de mi pareja”
Mirad el vídeo de esta niña en este link: